
Los casos de sucesion, especialmente cuando la herencia es abundante, suelen generar demandas de reconocimiento de filiación. Muchas veces los herederos no aceptan compartir los bienes en litigio con un hijo no reconocido por el difunto. La persona excluída recurre entonces a una prueba de filiación para demostrar su lazo de sangre y restituir sus derechos sobre la herencia.
La difusión del estudio de ADN ha sido muy rápida, pero los sistemas judiciales no lo son tanto. Como consecuencia, los criterios que utilizan los jueces para aceptar o rechazar la evidencia genética en un juicio son muy variables. Las leyes no se han adaptado con rapidez, y los jueces deben decidir como proceder en cada demanda sin una legislación que los guíe. La probabilidad de que una prueba de ADN sea aceptada en una demanda judicial dependerá entonces de la habilidad de los abogados en justificar la evidencia, de la prolijidad con que se realiza la prueba (esto depende en gran medida de la reputación de la compañía que hace el estudio de ADN) y de la experiencia del juez en resolver procesos de este tipo.
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